jueves, noviembre 24, 2005

¿El fin de una historia?

El sonido de la pala contra su cabeza fue lo último que oyó antes de caer a peso muerto al suelo, el liviano cuerpo de Annuviel apenas si levantó hojas al caer, realmente pareció sumergirse en un lago de hojas mientras la vida escapaba de su frágil cuerpo.

Justo en el momento en el que los dos asesinos se disponían a dar buena cuenta del cadáver el tiempo pareció detenerse, una espesa bruma invadió el cementerio y un frío sobrenatural inundó el camposanto.

El amortiguado sonido de pisadas proveniente del fondo del cementerio no alertó a los criminales, que parecían demasiado ocupados en sus asuntos como para prestar atención a un poco de frío y niebla.

Despacio, una figura se perfiló contra las luces del cementerio, el sonido de una armadura de placas irrumpió en la escena, una armadura negra con el símbolo de la sagrada palabra portada por un joven paladín avanzó sin prestar atención a los dos humanos que se afanaban en mover el cuerpo sin vida de la elfa. Él dirigió una mirada hacia ellos y después volvió sus ojos donde el cuerpo había caído sin vida, allí estaba la elfa, su elfa, el alma de aquella a la que el destino habría querido que amase pero que nunca pudo ser.

Ella le miraba con los ojos muy abiertos, aquellos ojos que hacía dos años se habían cruzado en su vida para cambiarla para siempre, aquellos ojos en los cuales había sorpresa y miedo, pero también alegría y cariño.

Con voz casi quebrada Annuviel preguntó: - Estoy...-

-Si – respondió Aric sin dejar que terminase la frase

Ella se miró las manos y el cuerpo, como intentando negar lo evidente, una mano enguantada se posó sobre las de ellas y Aric hincó la rodilla para quedarse a la misma altura que le elfa.

- No te preocupes, es normal que te sientas rara, en realidad ahora estarías viajando hacia una vida mejor, pero...- los ojos de Aric buscaron los de la elfa -.. me he permitido el lujo de pedirte un poco de tiempo, para hablar contigo, y que luego decidas.-

-Decidir, ¿el que?- dijo Annuviel mientras intentaba pensar en algo que no fuese su propia muerte.

-Si te quieres quedar aquí conmigo, o viajar hacia el mundo de los espíritus.- dijo Aric apretando suavemente las manos de ella contra las suyas

-O sea, que ahora tengo que elegir entre ser una no muerta o dejar que mi alma vaya hacia donde se supone que tiene que ir, ¿no?- dijo con aquel tono ácido que tanto la caracterizaba.

-Mas o menos, eso es. Yo ahora sólo puedo ofrecerte esto, quizás no sea mucho, pero al menos he podido hablar contigo antes de que partas, si es que decides hacerlo. Annuviel, he visto muchas cosas desde que estoy en este estado, he luchado durante días y noches enteras sólo para verte, para poder tenerte delante y ofrecerte lo que ahora te ofrezco, una vida juntos, para bien o para mal y dure lo que dure, pues si aceptas seríamos descastados y los mismísimos poderes del infierno se lanzarían contra nosotros, pero también te digo- añadió el paladín caído viendo la cara de asombro y espanto de la elfa. – que ya les he engañado mas de una vez y podría hacerlo de nuevo, serías mi compañera eterna Annuviel.

- No....no puedo.- dijo la elfa mientras intentaba llorar, pero no podía. – No pertenecemos al orden natural de las cosas, no es así como debían de ser las cosas.- gimoteó mientras apretaba las manos del paladín, no quería soltarlas.

-Hay tantas cosas que no deberían ser así querida mía.- le dijo el paladín mientras abrazaba el frágil cuerpo de su amada. Se separó unos centímetros – pero respeto tu decisión, no es justo que yo interrumpa más tu vida ni tu muerte.- dicho lo cual le robó un beso fugaz a la elfa.

El ruido de la armadura al levantarse el paladín fue amortiguado por las pisadas del caballo del paladín, la bestia negra ensillada se paró justo delante de los enamorados, la elfa sollozaba y el paladín subió a su montura.

- Adiós, espero que donde vas seas más feliz que en vida mi querida Annuviel.- le dijo sin ningún rastro de rencor ni odio, sus palabras eran sinceras, provenían del corazón de Aric, un lugar donde el mal no había podido hacer mella el mal.

El caballo se dio media vuelta, el paladín respiró profundamente, si hubiese podido llorar en aquel momento lo habría hecho, pero justo en el momento en que el caballo se disponía a andar el paladín notó una presión en su espalda, dos brazos le cogieron por la cintura y una suave voz susurró en su oido.

- Si quiero-

El caballo salió a galope de Meridia, nadie se fijo en la pareja, un humano y una elfa, ambos con la sonrisa más grande que nadie jamás en todo Draenn hubiese visto.

FIN

3 comentarios:

Eowyn Zirbêth dijo...

Esta es de las mías, Purga...

Generic Medications dijo...

Hola a todos que historia tan triste debe ser muy dificil perder de esa manera a un ser querido y estas personas deben de sufrir mucho

altrejua dijo...

Hoy entré por casualidad al dar clic a uno de mis cuentos. Y la sorpresa fue encontrarme con tu"Final de la historia"? Si creo que es correcto.
Me gustó mucho, creo que abordas el realismo mágico.
alberto trejo juárez