martes, septiembre 12, 2006

Ojitos

Me siento sucio, feo horrible, gordo, con pelos, desagradable para la especie humana, me odio a mi mismo, me siento como un monstruo salido de una pelicula de serie B, alguien de quien reirse, escupirle, insultarle y salir corriendo a la otra acera cuando te lo encuentras.

Me miro al espejo y es todo lo que veo, pero no lo entiendo, tengo en mis manos tus ojos, con esos con los que tu me veias bello, digno , admirado, por que no funcionan? quizás deba arrancarme los mios tambien y ponerme los tuyos...

7 comentarios:

Angel y Demonio dijo...

A veces yo también me he sentido gorda, fea, indeseable e invisible. Me han hecho sentir así, y duele no poder ni tan siquiera arrancarle los ojos. :(

Carolina Villafruela . dijo...

Muchas veces es la única solución posible.
No te preocupes. Al principio duele un poco..
Y no son tetas... son flores, corazones y muñequitos cursis que se pegan al cristal!
jajajajaj
:)

Jessika dijo...

"Te doy mis ojos"... no es necesario arrancartelos ni arrancarselos a nadie para volver a verte como estabas, plantate delante del espejo todos los días, uno detrás de otro y tarde o temprano aparecerá aquel que tanto añoras.
Besitos.

UnderPressure dijo...

No pasa nada hombre, ya veras como dentro de un tiempo pensaras justamente lo contrario.
Felicidades por el nuevo empleo.

Marta dijo...

un poco makabro al final... pero bueno, procura curarte de lo que ven tus ojos, xq muchas veces nos montamos una paranoia q sólo nos permite ver lo horrible q somos... por lo general despues de haber hecho algo mal... un besico

Anónimo dijo...

No entiendo porque te ves así, eres la mejor persona que se puede reflejar en un espejo; mis ojos no te hacen falta..., pero si los necesitas sabes que siempre te mirarán bien :P

Besos mi ángel.

Anónimo dijo...

De nada sirve ponernos los ojos de otra persona en vez de los nuestros, es tu corazón el que no te deja ver que eres bello, bueno, válido como el que más. Tan sólo es necesario aprender a saber mirarnos con nuestros propios ojos, los del alma...