martes, agosto 02, 2005

La rosa de hielo

La noche era fria en Curlayn. Lo llevaba siendo desde hacía unos días y nadie se explicaba por qué, claro que después de los últimos ataques nadie se sorprendía por nada, la ciudad había sufrido mucho y ahora luchaban para levantar de nuevo la bella ciudad que antaño fue.

Annuviel se levantó de sus aposentos despacio, sus cabellos cayeron por su espalda al tiempo que ella se levantaba de su cama, sus perfectas formas se perfilaban a través de un ligero camisón hecho con fibras vegetales procedentes de su bosque, el cual echaba cada día más de menos. Sus pasos eran como una ligera brisa sobre un suelo cubierto de horajasca, ligeros e insonoros para la mayoría de los humanos, avanzó léntamente por el frio suelo de la torre donde se encontraban sus aposentos, cedidos gentilmente por el Rey de la ciudad.

Sus ojos, antaño felices y ahora vacios por la pérdida de algo más que un posible amante recorrieron al alfeizar de la ventana y la atravesaron, buscando con su visión élfica una imagen que nunca encontraba.

Sus finas manos se apoyaron en la ventana y sus cabellos se agitaron con el frio viento de la noche, conocía suficiente los elementos como para saber que ese frio no era natural, si bien la Esencia estaba demasiado revuelta como para poder achacarlo a algun tipo de acción intencionada, sin embargo y aun sabiendo que su procedencia no era natural se extrañó de no sentir ningun tipo de repulsión por el frio, quizás su cuerpo estaba tan agotado que ya no era capaz de reaccionar ante las fuerzas sobrenaturales que rodeaban la ciudad.

- Tengo que descansar- se dijo a si mismo mientras se forzaba a volver a la cama para conciliar algo de sueño que la devolviese fuerzas para afrontar el día siguiente.

Se acostó, sus gestos se relajaron, su cara parecía la de un angel durmiente, cayó en un sueño profundo, como si de un letargo se tratase, sus sentidos habían estado alerta durante demasiado tiempo y se encontraba realmente cansada, se diría que estaba bajo los efectos de un conjuro, si bien los elfos no podían ser objetivo de aquellos que producían sueño.

Y soñó...con un mundo ideal, con la felicidad eterna, con su amado, con la única persona que podría haberla hecho feliz en todo el mundo, pero esa persona estaba muerta, ella lo sabía, sabía que estaba dormida y que todas aquellas caricias, aquellos besos y aquellas palabras tiernas no podían tener lugar sino en sus sueños puesto que él estaba muerto.

Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando la cara de su amado estuvo a tan sólo escasos centimetros de la suya, podía oler su piel, podía sentir sus labios respirando cerca de ella, pero su respiración era fria, posiblemente hubiese algo de corriente y esa sensación era la que estaba sintiendo en su boca, pero no quería abrir los ojos, no quería abandonarse a la dulce sensacion de tener a su amado junto a ella.

Se removió en la cama, acomodándose y encontrando una postura donde, lo que al parecer era la almohada se amoldaba a su cuerpo y la ayudaba a imaginarse mejor el encuentro con su amor que nunca tuvo lugar.

Su amor la miraba desde el borde de la cama, con una flor en sus manos, un pequeña rosa hecha al parecer de cristal, brillaba con la luz de la luna que entraba por la ventana de la habitación, todo era tan bonito, tan real, sin embargo una sensación la invadió de repente, había algo que no encajaba en todo aquello, su amado no era el ser perfecto que unos segundos antes soñaba, se había tornado en la sombra de lo que fue, sus cabellos, antaño oscuros se habian tornado blancos y largos, su armadura, blanca y pura, ahora era de un negro que dolía al mirarlo, sus ojos, aquellos ojos de los cuales ella misma se había enamorado no hacía tanto tiempo eran ahora dos globos lechosos que la miraban desde el borde de la cama.

Él se dió cuenta de que la mirada de su amada había cambiado y sus frase tiernas y sus palabras de amor dieron paso a una sola palabra, a una sola frase antes de desaparecer envuelto en una neblina blanca.

- Volveré a por ti, espérame -

Sobresaltada, la elfa se levantó de la cama, la luna bañaba su cuarto con una luz mortecina, segundos antes donde había soñado a su amor sólo quedaba el frio suelo, una fina película de sudor cubría el cuerpo de Annuviel.

La elfa sacudió la cabeza y dos pequeñas lágrimas resbalaron por su mejilla hasta estrellarse contra el suelo, se incorporó de la cama y sus pies se apoyaron en el suelo que se le antojó más frio aún si cabe que antes. Con lento caminar se dirigió hacia la ventana, buscando un poco de aire que la tranquilizase el alma, pero lejos de hacerlo lo que encontró en el alfeizar de la misma le turbó aun más.

Apoyada en la ventana, en una de las esquinas del alfeizar había, en perfecto estado, una rosa hecha de lo que, a primera vista parecía cristal pero que resultó ser hielo cuando la elfa corrió a recogerla, una flor de hielo, una pequeña obra de artesanía mágica que se comenzó a deshacer cuando las lágrimas de Annuviel cayeron sobre ella. Cuando la elfa miró hacia sus manos vió que dentro de la rosa había un trozo de pergamino enrollado y atado con un pequeño cordón morado, la elfa apartó los restos de la rosa y cogió el pergamino, lo desenrrolló despacio y lo leyó para si misma, al terminar de leerlo Annuviel cayó, desmayada al suelo y durmió, sobre el suelo, descansando al fin después de mucho tiempo.

A unos metros de ella el papel voló, saliendo por la ventana, una fria corriente de aire lo llevó por toda Curlayn donde la gente reía y bailaba, atravesó la muralla y se adentró en el bosque, donde, trás dar vueltas alrededor de varios árboles y atravesar una gran distancia fue a parar a una mano enguantada, que lo sujetó con dos dedos mientras sus ojos lechosos recorrían las letras que él mismo había escrito no hacía más de unos minutos, se guardó el papel en uno de sus saquillos de su armadura negra y se volvió hacia sus subordinados para gritarles órdenes, tenía un ataque que preparar y un amor que recuperar...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Se que me repito... pero lo llevo muy dentro...

BLASFEMIAAAA, ABERRACIOOOOOOOON, SER INFECTO DE LOS MAS NEGROS INFIERNOOOOOOOOOOOS... Cof Cof...

Cuidado, que tropiezas (ZASCAAAAA) si funciono una vez... vale, no fue muy epico... rozando la mas repugnate trampa, pero era MI cementerio y un invitado a perpetuidad no puede ir levantandose por ahi sin permiso. Ea.

El Enterrador

Anónimo dijo...

Por cierto, excelentes relatos, que nunca te digo nada

DaniD

Liz Gladion dijo...

Muy lindo el relato! Mis felicitaciones =D
Voy a pasarme mas seguido a leer lo que escribes ^^
Saludos!