miércoles, agosto 10, 2005

El río de la vida

Así es como ayer le definía la vida a una amiga mía, A. Y creo que no estaba tan desencaminado, si lo pensáis detenida y pausadamente, algo cada día más difícil de hacer en estos tiempos de locos en los que vivimos, os daréis cuenta de que la vida es un río loco en el cual nos sumergimos cuando somos pequeños y la corriente nos arrastra sin ton ni son a través de él.

De vez en cuando nos da bandazos, nos mueve de un lado para otro incluso nos zarandea sin venir a cuento, aparecen y desaparecen remolinos que nos remueven, primero por fuera y luego por dentro y pasamos épocas de cierta estabilidad.

Sin embargo es cierto que a lo largo de este río aparecen ciertos apoyos a los que arrimarnos, determinados troncos, unos espinosos, otros ardiendo, otros suaves y tiernos, otros podridos por dentro...

Son esos troncos los que nos ayudan a ir un poco más cómodos en este río y son los que de vez en cuando evitan que nos la demos contra alguna roca, que nos ahoguemos en un remolino o simplemente que apoyando nuestro cuerpo en ellos vayamos más descansados.

Pero esos troncos se rompen o se astillan, hiriéndonos a veces y haciendo que vayamos durante un tiempo por el rio de la vida sangrando e intentando curarnos mientras los remolinos siguen apareciendo e intentando hacernos zozobrar, pero al final volvemos a un remanso donde volvemos a encontrar un tronco seguro, lo cual depende de muchas cosas.

A veces arece que estamos en un tronco robusto y se viene todo abajo por que por dentro está podrido, sin embargo, si que es cierto que hay determinados troncos que cuando los encuentras parecen que estan hechos a tu medida, tienen la dureza justa para aguantar tu cuerpo y son lo suficientemente blandos como para ser cómodos y estar conformatable, sus formas se adaptan a tu cuerpo sin atraparlo ni inmovilizarlo, dejándote movimiento dentro de ellos, te gusta su color, su olor, su esencia en definitiva.
Asi que ya sabeis, si quereis navegar algo más felices por la vida, buscaros un tronco en el que apoyaros, no al que aferraros pase lo que pase, pero si un tronco que os permita vivir más comodos, aunque recordad una cosa, no hay nada mejor en esta vida que saber nadar por uno mismo.

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