lunes, abril 02, 2007

Sol

El sol, como cada día aparece por el horizonte, se despereza y poco a poco va iluminando con sus potentes rayos cada palmo de tierra.

Deprisa, sin pausa, avanza recorriendo campos y ciudades, calentando e iluminando.

Pero al llegar a la curvatura de tu cuerpo se detiene, poco a poco te va dando calor con sus brazos, recorriendo despacio cada centímetro de tu piel, arrancándote brillos imposibles de tu piel.

Despacio, como un meticuloso amante te cubre hasta la espalda, sus rayos se pierden en el entresijo de tu melena, que cae aparéntemente al azar sobre tu espalda, se pierde en los bucles de tu pelo mientras sigue trepando.

Justo en ese instante te giras, y al entornar los ojos el mismisimo astro rey se ve reflejado en ellos, le devuelves todo su poder, toda su calidez, todo lo que él y solo él es capaz le es devuelto potenciado por la pureza cristalina de tus ojos.

Y como si de un niño pequeño se tratase, el Sol, en toda su grandeza, se refugia de tus ojos tras las nubes.

4 comentarios:

Isabel Burriel dijo...

que maravilla, el sol. Sentir su calorcito y sus rayos sobre la espalda. Ay, a ver si termina este mal tiempo.

Anónimo dijo...

tu poema erotico me toca las membranas del corazón.....y me invita a soñar que lo comparto contigo.....

Anónimo dijo...

Y mañana saldrá el sol de nuevo...

Anónimo dijo...

el sol es practicamente el testigo de todo lo que sucede en la tierra asi mismo cada vez de que este se asoma es como si nos estuviese viendo