viernes, febrero 23, 2007

Ceniciento

No era medianoche, sino mas bien las ocho menos cuarto de la tarde, pero el reloj avanzaba inexorablemente hacia la maldita hora.

Tampoco se convertiría en calabaza, ni su madrastra le esperaría para pegarle o siquiera para darle una reprimenda.

Y mientras bailaba al son de una musica inexistente con la princesa de aquella ciudad en una plaza llena de gente, miraba hacia las tiendas de zapatos esperando encontrar algunos de cristal.

Pero cuando sintió el calor del cuerpo de ella contra el suyo y notó como estrechaba el abrazo, se dió cuenta de que, al contrario que en el cuento, ella al menos conocía su nombre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que momentos de verdad, ojala se vuelvan a repetir algun dia....

http://www.youtube.com/watch?v=BKxnJ5iyC-w

Anónimo dijo...

Snif snif hace una semana, yo fui la cenicenta