lunes, octubre 01, 2007

Ajedrez Macabro

No soy uno de ellos, quizas lo parezca o quizas me confundais por la forma almendrada de mis ojos, pero hace tiempo que me liberé de esa carcel que me aprisionaba.

Como os digo hace tiempo que rompí la marmólea cáscara que me aprisionaba en mi rol predefinido, era un alfil, una pieza quirurgica de este macabro ajedrez que es la vida.

No fue facil pero al hacerlo me sentí liberado, me encontré solo en medio del tablero, mirando hacia el suelo donde estaban los trozos de la figura que me encerraba, apartandolos un poco y apartando de mi el polvo acumulado me dispuse a seguir mi propio camino.

Y así es como, armado con las dos armas que el propio tablero me había proporcionado, mi lengua y mi cabeza, me desplacé, esquivando meros peones sin mente que se mueven hacia su muerte segura guiados de forma cruel por otros.

Desde mi nuevo punto de vista contemplo como las altas torres no son tan altas, ni tan fuertes, tan solo son piedras amontonadas que van hacia delante o hacia atrás pero cuya unica función es la de hacer de parapeto.

Y un poco más allá de las torres puedo ver a las reinas, piezas mimadas que se creen las dueñas de todo lo que ven, que creen ir a donde quieren, pero que en el fondo no valen más que lo que llevan encima, que cualquier peon sin mente puede llegar a ser una de ellas si se lo proponen...no son tan exclusivas sino carnaza sacrificable en pos de proteger al artífice de todo esto.

Esquivo uno , dos , tres peones que avanzan hacia mi sin saber bien que hacen, solo ven algo diferente y muerden y pelean, dos saltos y un movimiento rápido son suficientes para dejarlos atrás, esos palurdos ni siquiera son capaces de mirar hacia atrás, y todo el mundo sabe que si no ves tu pasado estás condenado a repetirlo...

Una sombra se mueve rapido a la derecha mía, otro alfil me ataca, sus ojos almendrados la delatan y se reflejan en un instante en los mios, me ataca con sus afiladas armas y yo me defiendo como puedo, me hiere en brazos y pecho, incluso me atrevería a decir que la herida del pecho es profunda.

Nos separamos un segundo, sus ojos arden, los mios la estudian, la antigua llama de los alfiles arde en los mios tambien, pero mi mente enfria mis ánimos y cuando ella se abalanza sobre mi yo tan solo me desplazo donde no puede llegarme, a ella le atan sus cadenas y yo soy libre, mis ojos la miran con pena mientras ella me odia en su interior.

Despacio avanzo por las pocas casillas que la vida me ofrece, viendo pasar diferentes piezas de todo tipo y color, hasta que llego al salon del trono, donde el que maneja todo esto se sienta y dirige, donde controla cada uno de sus aspectos.

Abro las puertas y entro, buscando al rey, pero su sillón está vacio, mis ojos rastrean despacio todos los recodos buscandole, despacio me aproximo hasta el trono, esculpido sobre madera es sublime.

Sigo buscando, por todos los lados y esquinas...nada, no hay nadie mas que yo..agotado por el viaje decido sentarme en el trono a descansar durante un instante antes de volver a mi viaje.

Y es entonces cuando me doy cuenta de que soy el rey, que me corresponde por derecho estar ahí, y que a partir de ahora, yo , gobierno por completo mi vida.

3 comentarios:

Metalia dijo...

El final me ha recordado a la película de Conan.

"Muchas guerras y enemistades tuvo que desentramar, honor y temor cubrieron su nombre, y con el tiempo, llegó a convertirse en Rey, por sus propios méritos, pero ésa es otra historia..."

aL* dijo...

es una pasada, creo q de esas cosas que cuando las leo no se me olvidan, las que están en el ranking personal.+

Sigue así.

Anónimo dijo...

Que tio eres!!

Aqui lo has clavado, escribes de putiiiiiiisima madre macho...

Ole por ti querido!!!