Abrió la ventana de par en par y salió al balcón, bajo sus pies desnudos la ciudad bullía en un sinfín de sinfonías diferentes y que sin embargo sonaban acompasadas a sus experimentados oidos. Había vivido tanto tiempo que ya no le sorprendía casi nada, pero sin embargo le seguía fascinando el pulso nocturo de las ciudades, desde la antigua Babilonia hasta esta moderna ciudad de Madrid, todas tenían un latir propio y característico.
Escuchó un ruido tras de si y se giró para ver como la luna arrancaba brillos imposibles de la larga cabellera de su última amante, estaba allí dormida abrazada a la cama, apenas se podía distinguir su cara de muñeca de porcelana entre la maraña que su propio pelo formaba sobre su cara y que caía hasta un poco más abajo de los hombros.
El sinuoso cuerpo de la muchacha se revolvió en sueños y de sus jugosos labios salieron palabras inconexas, posiblemente relacionadas con la triste y gris vida que solía llevar.
El ser celestial volvió la vista a la ciudad, se sentía como las antiguas gárgolas que se colocaban en la Edad Media sobre las grandes catedrales, sus ojos se tornaron poco a poco de color amarillento, sus pupilas humanas se disolvieron para dejar paso a las demoniacas, y con ellas inspeccionó más alla de lo que un simple humano podía observar.
Y vió que aquella gran ciudad no era muy diferente de otras en las que había vivido durante su larga vida, violaciones, asesinatos, amor, desamor, riñas, abrazos, besos, mordiscos, peleas, reconciliaciones. Todos enfundados en otro tipo de ropa y con otros instrumentos en sus manos, pero en el fondo tan iguales que los pobladores de la antigua Troya.
Un sonido artificial le sacó de sus pensamientos, una serie de notas con timbre metálico le anunciaba que le acababa de llegar un mensaje a su teléfono movil, el último capricho que se había dado en un paso más por entender e integrarse en esta "nueva era" como algunos humanos habían decidido llamar a este siglo XXI.
Cruzó la habitación mientras por el rabillo del ojo veía como la pequeña muñeca de porcelana cobraba vida y tórpemente abría los ojos mientras las luces de neon del exterior que se colaban por la ventana abierta se reflejaban sobre su blanco pecho desnudo y formaban caprichosas formas de extraños colores.
Rebuscó entre los bolsillos del pantalón vaquero, sacó el movil y leyó rápidamente el mensaje de texto al tiempo que sentía el calor de la humana contra su espalda y el sonido que los labios de ella arrancó contra la piel de su cuello.
Con una sonrisa taimada volvió a guardar el movil en el pantalón y se dejó llevar por los besos y las caricias que las manos inexpertas de su amante le propiciaban, ni siquiera escuchó cuando ella le preguntó sobre el autor y el cuerpo del mensaje.
Acertó torpemente a susurrarle algo obsceno al oido antes de arrastrarla a la cama de nuevo y fundirse con ella nuevamente, mientras, en el bolsillo del pantalón, sobre un fondo negro las letras del sms brillaban en la oscuridad proyectando su mensaje:
Escuchó un ruido tras de si y se giró para ver como la luna arrancaba brillos imposibles de la larga cabellera de su última amante, estaba allí dormida abrazada a la cama, apenas se podía distinguir su cara de muñeca de porcelana entre la maraña que su propio pelo formaba sobre su cara y que caía hasta un poco más abajo de los hombros.
El sinuoso cuerpo de la muchacha se revolvió en sueños y de sus jugosos labios salieron palabras inconexas, posiblemente relacionadas con la triste y gris vida que solía llevar.
El ser celestial volvió la vista a la ciudad, se sentía como las antiguas gárgolas que se colocaban en la Edad Media sobre las grandes catedrales, sus ojos se tornaron poco a poco de color amarillento, sus pupilas humanas se disolvieron para dejar paso a las demoniacas, y con ellas inspeccionó más alla de lo que un simple humano podía observar.
Y vió que aquella gran ciudad no era muy diferente de otras en las que había vivido durante su larga vida, violaciones, asesinatos, amor, desamor, riñas, abrazos, besos, mordiscos, peleas, reconciliaciones. Todos enfundados en otro tipo de ropa y con otros instrumentos en sus manos, pero en el fondo tan iguales que los pobladores de la antigua Troya.
Un sonido artificial le sacó de sus pensamientos, una serie de notas con timbre metálico le anunciaba que le acababa de llegar un mensaje a su teléfono movil, el último capricho que se había dado en un paso más por entender e integrarse en esta "nueva era" como algunos humanos habían decidido llamar a este siglo XXI.
Cruzó la habitación mientras por el rabillo del ojo veía como la pequeña muñeca de porcelana cobraba vida y tórpemente abría los ojos mientras las luces de neon del exterior que se colaban por la ventana abierta se reflejaban sobre su blanco pecho desnudo y formaban caprichosas formas de extraños colores.
Rebuscó entre los bolsillos del pantalón vaquero, sacó el movil y leyó rápidamente el mensaje de texto al tiempo que sentía el calor de la humana contra su espalda y el sonido que los labios de ella arrancó contra la piel de su cuello.
Con una sonrisa taimada volvió a guardar el movil en el pantalón y se dejó llevar por los besos y las caricias que las manos inexpertas de su amante le propiciaban, ni siquiera escuchó cuando ella le preguntó sobre el autor y el cuerpo del mensaje.
Acertó torpemente a susurrarle algo obsceno al oido antes de arrastrarla a la cama de nuevo y fundirse con ella nuevamente, mientras, en el bolsillo del pantalón, sobre un fondo negro las letras del sms brillaban en la oscuridad proyectando su mensaje:
De: Luz
Dia: 28/02/2007
Hora: 01:32
Ella ha aparecido, mañana nos vemos, donde siempre a la hora de siempre. Luz.
1 comentarios:
Intrigada me he, que diría Yoda... Quiero más!!!
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