Todo comenzó con una mirada, los helados ojos azules de ella se encontraron con los pozos de oscuridad y llamas de él, y se desencadenó la batalla.
El demonio desde donde estaba comenzó a abrir la boca, dejando ver sus colmillos, afilados y mortales, gruñendo se lanzó salvajemente sobre el ángel, quien, pacientemente esperó la primero embestida del demonio.
El cuerpo del demonio se enroscó sobre el del ángel a la velocidad del rayo, sus ojos eran dos carbones ardientes y se reflejaba en la gélida mirada del ser celestial. En un movimiento rápido el demonio mordió en el cuello al ángel, dejándolo a su merced, pues la mordedura de los demonios es embaucadora y embriagadora.
Mil sensaciones recorrieron el cuerpo del ángel, haciendo que casi se dejase llevar por el éxtasis del mordisco, sin embargo, a los pocos segundos reaccionó, se agitó y haciendo uso de su fuerza dió la vuelta a la situación, clavando al demonio contra la pared sujetándolo por las muñecas, alejando su cuerpo de las dentelladas que éste lanzaba al aire, tratando de volver a recuperar a su víctima.
Viendo que no lograría nada el demonio recurrió a la fuerza, era más fuerte, pero el ángel era más agil.
Se revolvieron por horas, ganando y perdiendo terreno, mordiscos, arañazos y empujones sembraron la oscura noche, hasta que por fin, los dos amantes cayeron rendidos sobre la cama, sudando, agotados y extenuados.
Y la luna, hermosa cotilla y con afan de protagonismo intentó deslumbrarles en aquel momento, cuando más debiles estaban, pero no pudo hacer nada pues la mirada de él se enfriaba en los ojos de ella mientras la de ella se derretía en los de él.
jueves, febrero 01, 2007
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