Fue a encenderse un cigarrillo y se dió cuenta de que había cogido el mechero preferido de ella.
Lo había dejado apartado para no verlo al menos durante un tiempo pero debía haber salido al recoger y mover los papeles de la casa, de la maldita casa.
Se dió entonces cuenta de la forma tan especial que tenía ella de coger el mechero, de como sus uñas, perfectamente nacaradas resbalaban por los desgastados contornos del mechero, como faltaban trocitos de esmalte donde ella raspaba con la uña de su dedo gordo.
Se lo acercó a la nariz de forma instintiva buscando restos de aquel perfume que se mezclaba con su olor corporal y que daba como resultado el azmizcle más delicioso jamás imaginado, y le pareció encontrarlo allí donde ella solía apoyar la barbilla cuando le miraba con el cigarrillo recién prendido.
Lo alejó despacio, pensando en que ahora que ella ya no estaba, casi nada tenía sentido, encendió el mechero dos, tres, cuatro veces, viendo que seguía funcionando, sin embargo su función había quedado mutilada, el fuego que escupía nunca volvería a iluminar su cara, nunca volvería a encender aquellos cilindros que vomitaban humo que perfilaba la cara de pequeña diosa juguetona...
Y dejando el mechero en la mesa se dió cuenta del poco sentido que tenía aquello, y como persona racional, decidió que no había mejor momento...para dejar de fumar
lunes, noviembre 05, 2007
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1 comentarios:
u.u eso suele pasar.. tenia rato sin venir aqui.. como estas?
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