Aquel día las niñas también se enfadaron. Primero se gritaron y después se pasaron un día entero sin mirarse a la cara.
Cuando aquello pasó, se juraron una cosa: Cada vez que se enfadaran, se tragarían todo su orgullo, extenderían su dedo meñique y se lo estrecharían fuerte.
Y así pasó, que un día volvieron a enfadarse, y como habían pactado, se tragaron su orgullo, pero no contaban con que era más de lo que podía digerir...
A la mañana siguiente las encontraron unidas por los dedos meñiques y asfixiadas por su propio ego...
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Este post está dedicado a mi querida Tara y la idea original es suya, podeis leerla aqui
lunes, octubre 22, 2007
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2 comentarios:
Ainss mi niño!! q majo él!! pues el final queda bien jaja ahí to' sádico!! yeahh!
que eres el mejor!!! muxos besos!!!
eso suele pasar muxo!!
Un abrazo ;)
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