Ella vivía justo al lado. Tan cerca que casi podía oirla respirar por las noches a traves de aquel tabique mal planificado y peor ejecutado.
Era una cercanía dolorosa, de las que te arrebatan el alma al oir sin ver, al escuchar sin tocar.
Pero aquellos finos tabiques también traían alegrías, como su música. Y no me refiero al sentido más lírico de la palabra.
Cantaba, no se si era cantante, pero cantaba, mientras una música sonaba de fondo, música desconocida para mí pero fascinante. Podía estar horas y horas cantando, con aquella suave voz que subía y bajaba de escala como mi pecho al oirla cantar.
Su música y su voz me apasionaban, fue por eso que aquel día decidí traspasar el tabique y aparecer en su casa, presentarme, conocerla de una vez.
Su puerta estaba abierta, ¿quien demonios deja la puerta de su casa abierta en una gran ciudad?, así que, llamando primero, entré despacio en aquel piso vecino al mio, con una distribución exactamente igual a mi casa pero con algo muy raro...estaba totalmente vacío, sin muebles, sin espejos, sin cuadros, sin polvo...diáfano.
Sólo la musica y su voz llenaban la estancia, provenían del fondo, de la habitación que estaba pegada a la mía, así que haciendo las típicas preguntas estúpidas en voz alta que todos conocemos de las películas de miedo me lancé pasillo adelante.
Dicen que es amnesia posttraumatica, sólo se que de aquel día sólo recuerdo el pasillo, la puerta, abrirla...y que ahora se tocar cualquier instrumento musical, y que al hacerlo ella aparece formada por notas musicales y me canta y me baila cada noche.
jueves, octubre 02, 2008
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3 comentarios:
vaya musas tienes primo ;), un beso...
Preciosoooooooooo!!!!!!!!
Pura inspiración en cada una de tus palabras, el cuadro perfecto de una paleta con todos los colores conocidos. Simplemente... Sin palabras. Una escena perfecta. Un beso!
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