Una vez más pasó delante de aquel hueco donde guardaba todos los recuerdos de ella, una elfa rubia de no más de un par de lustros, muy joven para el canon élfico pero la edad justa para un humano como él.
Por enésima vez desde que ella desapareció, él volvió a internarse en la habitación que albergaba todos y cada uno de los recuerdos, muchos de ellos desordenados sobre las estanterías del pequeño espacio que le tenía dedicado.
Recorrió con los dedos las estanterías, tocando regalos, risas, conversaciones ya casi olvidadas, mensajes escritos y enviados anónimamente, sonrió recordando lo bien que lo habían pasado juntos.
Llegó al final del recorrido por la sala, al fondo de todo, donde había una estatua que la representaba a ella, con los ojos cerrados, con su sonrisa. Se acercó hacia ella y la tocó con sus dedos, recorriendo sus facciones élficas, perfectas, y recordó como eran sus ojos, su sonrisa, puedo volver a verla en aquella figura esculpida, y pudo volver a notar su....¿calor?.
Se retiró dos pasos, la estatua estaba caliente, y eso sólo podía ser por que ya no era una estatua, sino ella de nuevo, dio otro paso atrás y ella abrió los ojos, su piel volvió a tomar color, su pelo volvió a caer en cascada por su espalda y lanzó brillos a la luz de las antorchas del lugar.
Se miraron a los ojos, sonrieron y él, mostrandole la puerta de salida de la habitación le dijo:
- Bienvenida de nuevo .-
lunes, noviembre 20, 2006
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1 comentarios:
Una manera muy poética y diplomática de indicar la salida...
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